- BAJADA DE BANDERA CULTURAL -
Hay películas cuyo trasfondo
importa más bien poco y es el propio argumento del film el que se
encarga de erizarnos el cabello. Taxi Teherán, sin embargo, bebe de
su peculiar historia preliminar. Su director, Jafar Panahi, durante
estos últimos años, ha sufrido un infierno en su Irán natal. En
2010 fue condenado a 6 años de cárcel y a 20 de inhabilitación
para hacer cine. Finalmente, y gracias a un gran apoyo internacional
por parte de directores de la talla de Steven Spielberg o los
hermanos Coen, consiguió dejar las rejas tras 88 días sufriendo el
maltrato por parte de los guardias de seguridad. Y esto es lo que
hace bello al cine: Lo que el espectador no es capaz de ver a menos
que quiera verdaderamente enterarse de la película.
Con Taxi Teherán
asistimos a un espectáculo de lo más dantesco que se desarrolla en
poco más de 1 hora en un taxi. Una oda al anhelo de la libertad de
expresión. Una composición de una humilde metáfora sobre la
situación actual que vive Irán. Un mundo que se ve difuminado a
través de un cristal y sin posibilidad de moverse
independientemente. Un grillete que encarcela los sentidos y anula a
la persona.
Con este "pseudo-documental"
no sabemos si lo que se ve es real o es ficción. Con una pequeña
cámara en el salpicadero del coche, nuestro director se dedica a
filmar a distintos personajes (a cada cual más variopinto) que
suben y bajan del taxi con total naturalidad. Y es ahí dentro, a
modo de confesionario, donde se desarrolla la historia. Lo importante
no es la calidad de la imagen, del sonido o de las interpretaciones
(que no se llega a averiguar si están guionizadas o no), sino las
conversaciones. Una vez más asistimos a un espectáculo dónde la
importancia la cobra la palabra. Donde es el diálogo lo que guarda
el misterio. La historia es sencilla. Atrevería a decir que roza lo
aburrido. Sin embargo, estaríamos cometiendo un error juzgando con
el mismo yugo películas de este tipo con las que estamos
acostumbradas a ver. Inapetente o no, lo importante son los temas que
en ella se relatan. Debates sobre la condena a muerte, la piratería,
la libertad de la mujer, la censura al cine o incluso grande
guiños al consumismo dirigido. No se la puede criticar de ser
maniqueista , dado que el debate que propone el director es continuo
en cada uno de los temas que se tratan. Sin embargo no es él quien
se dedica a soltar ciertas puyas sino que les cede esta licencia al
resto de pasajeros, quienes, a modo de comedia, van desgranando cada
una de las vicisitudes que encuentran en el día a día para ser
realmente felices. Porque está claro que no hay una crítica más
feroz que la tratada a través de la comedia y del simbolismo
que tanto adora este director.
Taxi Teherán supone un canto a la libertad y un mensaje de apoyo a todas esas personas que buscan soltar los pájaros de la cultura y que echen a volar, a riesgo de enfrentarse con los "cazadores". Una película que no necesita más, puesto que no es una película.
Desde Cine-Club Cerbuna nos montamos en este Taxi para realizar durante hora y media un viaje cultural que no tiene precio. Conductor¡¡ Baje la bandera y acción¡¡
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEs una película hecha desde la resistencia interna, por un cineasta crítico con la teocracia iraní, contra el islam cuando asfixia y empequeñece las mentes, y contra la dictadura de los cenutrios simplistas aupados por otros cenutrios simplistas. Es discretamente metafílmica, muy elegante a pesar de estar hecha con pocos medios. Y mientras, aquí, las masas a votar al Pablemos, financiado por estos ayatollás. ¡Y hale, a "cabalgar las contradicciones"! El que hasta ahora no se ha enterado de lo que es la Dictadura del Pueblo desde luego no se va a enterar por ver una película.
ResponderEliminarIslam malo
ResponderEliminarA podemos le gusta el Islam
Podemos es malo y quiere implantar una dictadura teocrática
Todo esto para decir lo de siempre: "aahhh malditos rojos idos a Cubazuela del Norte"
mmmm... a ver si te gusta más esto: Islam bueno. Podemos ser bueno. Podemos no gustar dictaduras. Podemos no cobrar dinero de dictaduras teocráticas, ni tropicales.
ResponderEliminar¿A que la mentira mola más?